“¿Ya se ha acabado esta crisis?”
Esa es la pregunta que muchos nos hacemos, once años después de aquel descalabro en Wall Street. Con los dedos cruzados, espero que alguien lo confirme de forma oficial para poder poner punto y final a esta larga travesía en el desierto. Se oyen buenas noticias, sobre todo en los últimos cinco años: startups, oportunidades de inversión, crecimiento del PIB...
Pero ahora que ya empezábamos a soltarnos el cinturón, los telediarios comienzan a pasar nuevos avisos de recesión económica. ¿Oigan, es esto una broma?
La generación millennial, que hace una década llegaba a la veintena con unas ganas enormes de comerse el mundo, pinchó la rueda en el clavo de la burbuja inmobiliaria y los "préstamos para todos". Resulta irónico que, con tantos pisos vacíos como hay hoy en día, esta promoción siga viviendo en casa de sus padres.
La sensación general entre los millennials es la de que les han robado años de vida, pues a los treinta están de vuelta en la casilla de salida laboral, tras haber pasado por una licenciatura, un máster, dos prácticas no remuneradas y tres trabajos de teleoperador.
No obstante, la generación X, padres de los millenials, también tuvo que lidiar con el bombón: ¿Acaso ver cómo un hijo sufre la recesión justo antes de arrancar su carrera laboral no es castigo suficiente? La juventud de la generación X fue diferente, sí: cuando ellos pedían un empleo solían encontrarlo, tarde o temprano… pero las condiciones eran un tanto cuestionables. ¡Y fueron ellos los que tuvieron que trabajar y trabajar para poder pagarle la universidad a los millennials, la generación más preparada de la historia! Eso es altruismo.
“Que no se quejen, que ellos lo tuvieron más fácil que nosotros”, dirá algún que otro baby boomer (generación que vivió la Guerra Fría y la llegada a la Luna). Y estos tienen toda la razón. Son, sin duda, la "quinta" más optimista de todas, pues de tanto escuchar "Arriba España" acabaron por levantar el país. No es que la dejasen cual reloj suizo, pero es que partían de un auténtico desastre. Con ellos, España dejó atrás la posguerra para meterse en los corrillos de Bruselas y generar cierta industria en lo que antes era simplemente un descampado con playa.
Pero ya saben, siempre existe alguien que lo pasa peor y en este caso me refiero a aquellos que vinieron antes de los baby boomers: la generación silenciosa. Ellos fueron los niños de la posguerra, los de la cartilla de racionamiento y de esperar una semana para poder comprar alubias y otra para poder adquirir arroz. ¿Es siquiera ético que un millenial se queje de su juventud a su abuela, que pasó más hambre que un maestro de escuela? Llegados a esta altura del partido aprendemos a relativizar los problemas.
A la que no he mencionado todavía es a la generación Z, aunque quizás no tengan gran interés en este texto, que hace rato que ha pasado de los 120 caracteres. Estos niños, nacidos después del año 2000, son los más irreverentes: seguro que si les hablamos de los “tiempos del hambre” preguntarían “¿y por qué no se quejaban?”.
La generación Z ha oído hablar de la crisis pero ha esquivado la bala casi sin querer. Uno los ve tan jóvenes, tan rebeldes y tan activistas que parece estar observando una suerte de “Ilustración digital”. ¿Qué les podría salir mal? Son la generación más brillante de todas y se adaptan a cualquier circunstancia, pero… ¡Ay como les falle el WiFi!
Esa es la pregunta que muchos nos hacemos, once años después de aquel descalabro en Wall Street. Con los dedos cruzados, espero que alguien lo confirme de forma oficial para poder poner punto y final a esta larga travesía en el desierto. Se oyen buenas noticias, sobre todo en los últimos cinco años: startups, oportunidades de inversión, crecimiento del PIB...
Pero ahora que ya empezábamos a soltarnos el cinturón, los telediarios comienzan a pasar nuevos avisos de recesión económica. ¿Oigan, es esto una broma?
La generación millennial, que hace una década llegaba a la veintena con unas ganas enormes de comerse el mundo, pinchó la rueda en el clavo de la burbuja inmobiliaria y los "préstamos para todos". Resulta irónico que, con tantos pisos vacíos como hay hoy en día, esta promoción siga viviendo en casa de sus padres.
La sensación general entre los millennials es la de que les han robado años de vida, pues a los treinta están de vuelta en la casilla de salida laboral, tras haber pasado por una licenciatura, un máster, dos prácticas no remuneradas y tres trabajos de teleoperador.
No obstante, la generación X, padres de los millenials, también tuvo que lidiar con el bombón: ¿Acaso ver cómo un hijo sufre la recesión justo antes de arrancar su carrera laboral no es castigo suficiente? La juventud de la generación X fue diferente, sí: cuando ellos pedían un empleo solían encontrarlo, tarde o temprano… pero las condiciones eran un tanto cuestionables. ¡Y fueron ellos los que tuvieron que trabajar y trabajar para poder pagarle la universidad a los millennials, la generación más preparada de la historia! Eso es altruismo.
“Que no se quejen, que ellos lo tuvieron más fácil que nosotros”, dirá algún que otro baby boomer (generación que vivió la Guerra Fría y la llegada a la Luna). Y estos tienen toda la razón. Son, sin duda, la "quinta" más optimista de todas, pues de tanto escuchar "Arriba España" acabaron por levantar el país. No es que la dejasen cual reloj suizo, pero es que partían de un auténtico desastre. Con ellos, España dejó atrás la posguerra para meterse en los corrillos de Bruselas y generar cierta industria en lo que antes era simplemente un descampado con playa.
Pero ya saben, siempre existe alguien que lo pasa peor y en este caso me refiero a aquellos que vinieron antes de los baby boomers: la generación silenciosa. Ellos fueron los niños de la posguerra, los de la cartilla de racionamiento y de esperar una semana para poder comprar alubias y otra para poder adquirir arroz. ¿Es siquiera ético que un millenial se queje de su juventud a su abuela, que pasó más hambre que un maestro de escuela? Llegados a esta altura del partido aprendemos a relativizar los problemas.
A la que no he mencionado todavía es a la generación Z, aunque quizás no tengan gran interés en este texto, que hace rato que ha pasado de los 120 caracteres. Estos niños, nacidos después del año 2000, son los más irreverentes: seguro que si les hablamos de los “tiempos del hambre” preguntarían “¿y por qué no se quejaban?”.
La generación Z ha oído hablar de la crisis pero ha esquivado la bala casi sin querer. Uno los ve tan jóvenes, tan rebeldes y tan activistas que parece estar observando una suerte de “Ilustración digital”. ¿Qué les podría salir mal? Son la generación más brillante de todas y se adaptan a cualquier circunstancia, pero… ¡Ay como les falle el WiFi!
Publicado el día 3 de Octubre de 2019 en Stars Insider España. Diseño y texto propio.