Tal día como hoy, hace 7 años, el saltador base austriaco Felix Baumgartner se subía a una pequeña cápsula que le elevaría hasta la estratosfera de Nuevo México (Estados Unidos), ligada a un globo de helio.

El objetivo era alcanzar los 36.576 metros de altura, aunque Baumgartner decidió aguantar hasta los 39.000. Llegado el momento de saltar, con el corazón a bastantes pulsaciones por minuto y consciente del momento histórico, el austríaco pronunció las siguientes palabras: «Sé que todo el mundo está mirando ahora y deseo que todos puedan ver lo que yo veo: a veces necesitas subir bien alto para entender cuán pequeño eres. Ahora vuelvo a casa».

Y el camino a casa no sería fácil. El mayor peligro de la misión era que el saltador comenzase a girar sobre sí mismo y se desmayase. Otras preocupaciones eran las de que su corazón se mantuviese a un ritmo adecuado y que respirase de forma correcta. Dos horas y media de ascensión después, el austriaco se lanzó al vacío.

Y la caída fue supersónica, de récord: Felix Baumgartner se convirtió en el primer humano en superar la barrera del sonido sin un vehículo automotor. Antes, ya había batido el récord de vuelo más alto en un globo tripulado.

Desde las cámaras infrarrojas, el cuerpo de Baumgartner se veía como una bala acercándose al suelo, a casa. Fueron 4 minutos y 20 segundos de caída libre y 5 minutos y 2 segundos de descenso con paracaídas. Cuando llegó a la superficie, Felix se quedó inmóvil durante un par de segundos, aunque sus constantes vitales parecían recobrar la normalidad.

Cuando se levantó, el saltador base abrazó a su equipo y levantó los puños en alto. Había entrado en la historia y acababa de contribuir de múltiples formas a la ciencia aeroespacial.
Publicado el día 14 de Octubre de 2019 en Stars Insider España. Diseño y texto propio. Contenido patrocinado.

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