"Pronuncio ante ustedes, cierto, temblando un poco de conmoción, pero al mismo tiempo con humilde resolución de propósito, el nombre y la propuesta de la doble celebración de un sínodo diocesano para la Urbe y de un concilio ecuménico para la iglesia universal".
Juan XXIII fue breve a la hora de anunciar el decimotercer concilio ecuménico latino de la historia, el primero del siglo y último hasta el día de hoy. Su papado también fue breve, aunque su huella fue enorme: él inició un Concilio Vaticano II permitió a la Iglesia adaptarse a unos tiempos modernos a los que parecía no querer pertenecer. Sin embargo, su muerte le impediría concluirlo, tarea que quedó en manos de Pablo VI.
En el concilio participaron todas las iglesias cristianas y se habló de derechos humanos, igualdad entre todos los hombres y mujeres del planeta ante Dios y el peligro de la carrera armamentística, entre muchos otros temas. Si bien el concilio no vino a cambiar los principios de la fe, sí hizo más fácil su comprensión para los feligreses, quienes pudieron por fin escuchar la misa en otras lenguas que no fueran el latín.
Otra novedad importante fue la de que, a partir de este Concilio Vaticano II, cualquier persona (laicos) podía alcanzar la santidad, no solo los miembros eclesiásticos.
Sin embargo, el acuerdo más importante llegó con la aprobación de la Constitución Dogmática "Lumen Gentium", por la cual la Iglesia se guía hoy en día como cualquier estado hace lo propio con su propia constitución.
57 años después, la comunidad eclesiástica internacional se muestra expectante ante la posibilidad de que se modifiquen algunos puntos del "Lumen Gentium" o incluso se celebre un nuevo concilio. Y es que con la llegada del papa Francisco, el espíritu progresista del Concilio Vaticano II parece haberse renovado. El actual pontífice canonizó en 2014 a Juan XXIII, con quien se le ha comparado en multitud de ocasiones por su frescura y su ánimo de innovación.
¿Es este el momento de retirar el celibato en las congregaciones religiosas y en el sacerdocio?
Juan XXIII fue breve a la hora de anunciar el decimotercer concilio ecuménico latino de la historia, el primero del siglo y último hasta el día de hoy. Su papado también fue breve, aunque su huella fue enorme: él inició un Concilio Vaticano II permitió a la Iglesia adaptarse a unos tiempos modernos a los que parecía no querer pertenecer. Sin embargo, su muerte le impediría concluirlo, tarea que quedó en manos de Pablo VI.
En el concilio participaron todas las iglesias cristianas y se habló de derechos humanos, igualdad entre todos los hombres y mujeres del planeta ante Dios y el peligro de la carrera armamentística, entre muchos otros temas. Si bien el concilio no vino a cambiar los principios de la fe, sí hizo más fácil su comprensión para los feligreses, quienes pudieron por fin escuchar la misa en otras lenguas que no fueran el latín.
Otra novedad importante fue la de que, a partir de este Concilio Vaticano II, cualquier persona (laicos) podía alcanzar la santidad, no solo los miembros eclesiásticos.
Sin embargo, el acuerdo más importante llegó con la aprobación de la Constitución Dogmática "Lumen Gentium", por la cual la Iglesia se guía hoy en día como cualquier estado hace lo propio con su propia constitución.
57 años después, la comunidad eclesiástica internacional se muestra expectante ante la posibilidad de que se modifiquen algunos puntos del "Lumen Gentium" o incluso se celebre un nuevo concilio. Y es que con la llegada del papa Francisco, el espíritu progresista del Concilio Vaticano II parece haberse renovado. El actual pontífice canonizó en 2014 a Juan XXIII, con quien se le ha comparado en multitud de ocasiones por su frescura y su ánimo de innovación.
¿Es este el momento de retirar el celibato en las congregaciones religiosas y en el sacerdocio?
Publicado el día 11 de Octubre de 2019 en Stars Insider España. Diseño y texto propio.
